Las trabas no formales impuestas por el Gobierno nacional a la importación de alimentos procesados podrían dar lugar a represalias similares desde los países que se sienten más afectados. Las más importantes en este caso serían las que eventualmente podría tomar Brasil, que ya sentó un precedente en octubre del año pasado con la aplicación de hecho de licencias no automáticas para la compra de productos argentinos, que afectó principalmente a los perecederos. En aquella oportunidad más de 500 camiones quedaron varados en la frontera por varios días. Si el principal socio comercial decidiera aplicar en esta oportunidad las mismas medidas, el impacto más importante recaería directamente sobre las economías regionales que exportan a Brasil productos alimenticios perecederos. Entre ellas están algunas de las más frágiles como Catamarca (por su exportación de aceitunas y aceite de oliva) y Santiago del Estero (por las cebollas). Y otras provincias que son más fuertes pero en las que las restricciones golpearían duro en su matriz productiva, como es el caso de Mendoza y San Juan (por los vinos, ajos, aceite de oliva, ciruelas, cebollas y uvas frescas) y de Neuquén (por la exportación de manzanas y peras). También se vería afectados algunos sectores de jurisdicciones grandes, como los procesados de papas de Buenos Aires. Ante el supuesto caso de toma de represalias por parte de Brasil, es claro que la Argentina llevaría las de perder, debido a que las exportaciones al vecino son considerablemente superiores a las importaciones. Las compras a Brasil que podrían ser suspendidas alcanzaron un monto de U$D 81 millones en el primer trimestre de este año, mientras que la aplicación de licencias por parte de Brasil podría afectar en el futuro a ventas argentinas que sólo en ese mismo período llegaron hasta los U$D 351 millones. Asimismo, al analizar los posibles motivos que tendría la Argentina para ejecutar estas restricciones surge que en ningún caso la suspensión de estas importaciones representa mejoras competitivas para la producción nacional, porque justo en esos sectores nuestro país es un gran competidor mundial. Con estas medidas no se logra equilibrar la Balanza Comercial con Brasil ni mucho menos, porque estas compras sólo significan el 1,6% del total general. Además, justamente las importaciones de alimentos elaborados son unas de las que han mostrado un crecimiento inferior al del resto de las importaciones.
