Deje la camiseta por un momento. Es mucho pedir en estos días. Es cierto. Pero con la mano en el bolsillo, reflexione: ¿qué país le haría mejor a la economía global en caso de ganar el Mundial?  Hincha al fin, usted dirá que a quién le importa. Pero según esta corriente que se da en llamar “soccernomics” y que estudia el impacto de lo que sucede en la cancha en las billeteras, la pregunta vale (aunque más no sea para que los economistas también tengan el pretexto de hablar de fútbol en pleno furor mundialista).  Según la gente del ABN Amro, el “favorito económico”, esto es, el país que debería imponerse para maximizar el impacto positivo en la economía mundial, sería este año Alemania, aunque el banco considera más probable un triunfo de España.  Al menos así lo adelantó Hein Schotsman en un anticipo del trabajo que publicará este año. “La economía mundial recibe su mayor impulso cuando el país ganador es una fuerza económica global. También, el campeón debería de exportar más de lo que importa. Esto hace que se omitan a Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y España, con lo cual quedan Japón y Alemania. La economía japonesa es mayor que la economía alemana, pero eso está compensado por la mayor cuota de importaciones en Alemania”, concluye -mal que le pese a los hinchas- el analista.  Nadie cree en los milagros pero con lo maltrecha que se encuentra hoy la zona euro, quizás una victoria en el fútbol pueda más que el concierto de las autoridades europeas y todos sus rescates. Al menos, en lo que hace al ánimo de la gente. Porque de eso se trata al fin y cabo. La teoría se apoya básicamente en el “feel good factor”, esto es, que consumidores felices tienden a gastar más. Esto, por supuesto, más allá del hecho de que un triunfo supone, a su vez, festejos que se prolongan y todo un mercado ligado a la venta de souvenirs que recuerdan la hazaña.  De acuerdo a la investigación del ABN Amro, que ya publicó el mismo estudio en 2006, los países que ganan la Copa del Mundo disfrutan de un plus del 0,7% en la expansión de su PBI, mientras que el finalista que se vuelve a casa con las manos vacías registra una caída promedio del 0,3% en relación al año previo. Una reacción similar se observa en los mercados, aunque no está tan bien documentada. Así y todo, en los últimos tres Mundiales, se puede constatar que las bolsas de los países ganadores tienden a mostrar una performance superior a la de los vencidos. En promedio, hubo un retorno positivo del 10% para el campeón mundial y una rentabilidad negativa del 25% para el finalista perdedor.  

Sólo hubo dos excepciones en lo que hace a impacto de un triunfo en el PIB. Alemania en 1974 y Argentina en 1978. Una curiosidad: en ambas finales el contrincante era Holanda, que si bien sufrió tras la derrota, lo hizo menos que los países ganadores. Para que los cabaleros lo tengan en cuenta.