El Gobierno logró prorrogar a fin de junio el Plan Ahora 12 para sostener el consumo, cada vez más retraído. Pero le pusieron ultimátum: hasta el 30 de septiembre. Según El Cronista, la amplia brecha entre la tasa de interés que cobran por el plan con las de mercado desincentivan a los actores a continuar en el esquema, pero para el Gobierno todavía no están dadas las condiciones para darlo de baja. De todas maneras, fuentes de la Secretaría de Comercio afirmaron que "se está trabajando con el Banco Central en buscar mecanismos que reemplacen el Ahora 12 porque en las actuales condiciones de mercado no resulta atractivo". La reducción de las tasas sería la gran solución, pero en el mercado dudan de que eso ocurra dado el actual contexto inflacionario, que no cede. Las emisoras de tarjetas hicieron varias propuestas en los últimos meses, pero ninguna fue aceptada por el Gobierno, que promete cambios en el corto plazo. Por otro lado, en la Secretaría que lidera Miguel Braun están preocupados por la evolución de los precios y el consumo y admitieron que buscarán la forma de evitar que el consumidor que quiera pagar en efectivo tenga que asumir en el precio el costo implícito de la financiación a doce meses. "Vemos con mucha preocupación que los precios están inflados por el Plan Ahora 12. Los comercios trasladan a los precios lo que les sale vender con el plan", afirmó una alta fuente oficial. Actualmente, un comercio no está habilitado para ofrecer un descuento por pago en efectivo. El precio debe ser exactamente el mismo, según el artículo 37º de la ley 25.065 de Tarjetas de Crédito. Si bien no confirmaron cuáles son los cambios que analizan, las fuentes deslizaron que se evalúan mecanismos de incentivo para que el comerciante priorice la venta en un pago con débito o con tarjeta de débito, y que los bancos compitan con diversas opciones de financiamiento. Los comercios que se adhieren al plan y venden en 12 cuotas sin interés de jueves a domingos deben pagar un interés del 10% a las tarjetas, que se suma a los impuestos y al costo de 3% que cobran las emisoras por operación. De esta manera, cobran a las 48 horas. También pueden optar por pagar 8% y cobrar a los 10 días hábiles. Como contrapartida, el Banco Central les reduce el encaje, lo que les suma algunos puntos más de tasa. Aún así, lejos está de las tasas de mercado. Este escenario generó una fuerte negociación entre las tarjetas y el Gobierno –Visa amenazó con bajarse del programa el 30 de junio– que por ahora terminó con final feliz, pero apenas por tres meses más. El Gobierno sabe que ya no tiene margen y, al mismo tiempo, está convencido de que debe modificarlo o reemplazarlo para que pueda continuar. "En 2014 nos plantearon que era sólo por el verano porque se caía el consumo y ya llevamos dos años. Este Gobierno coincide con nosotros en que no sólo no rinde sino que no genera competencia, pero políticamente no puede sacarlo por ahora", dijeron en una de las emisoras de tarjetas, al agregar: "Pedimos que haya razonabilidad. Hoy es antieconómico el plan". En Comercio plantearon que a cambio de que se queden en el programa, sumaron nuevos días en los rubros de línea blanca y teléfonos 4G de modo de garantizarles más cantidad de operaciones. Las opciones para que las tarjetas se queden serían que les reduzcan aún más los encajes o que el plan se relance con un pequeño interés.