Este lunes comienza en Buenos Aires el primer round entre los secretarios de Industria de la Argentina y Brasil, Eduardo Bianchi y Alessandro Texeira, respectivamente. A los técnicos les tocará la dura misión de destrabar ellos solos lo que los funcionarios políticos no pudieron hacer, al menos hasta ahora. El conflicto con Brasil es por el freno que ambos países ponen a productos del otro . Escaló la semana pasada: la propia presidenta Dilma Rousseff se quejó por las trabas burocráticas que sufren los productos de su país en el mundo. Hubo una llamada clave entre dos referentes políticos y cercanos tanto a Dilma como a Cristina Kirchner que puso paños fríos -al menos por ahora- a esta tensión. Marco Aurelio García, asesor de Rousseff, llamó al secretario argentino Oscar Parrilli: acordaron bajar el tono de crispación al conflicto. La negociación comenzará con un fuerte de distensión : parte de los camiones con 3.000 autos fabricados en la Argentina que estaban parados en la frontera ya fueron destrabados por parte del gobierno de Brasil. La propia ADEFA, la cámara que agrupa a las 14 terminales que operan en el mercado nacional, admitieron que la situación tendía a normalizarse. Por su parte, la Argentina se comprometió a destrabar el ingreso de neumáticos, calzado y baterías brasileñas. Desde la perspectiva argentina se llevarán a la mesa números de la balanza comercial que pondrán el acento en que el año pasado -teniendo en cuenta sólo el intercambio de bienes industriales (MOI, en su nombre técnico)-, Brasil tuvo un rojo de US$ 60.000 millones . Sin embargo, enfatizará Bianchi, en el caso del intercambio con la Argentina, la balanza se inclinó a favor de Brasil , ya que las cifras nacionales muestran que, a diferencia de la tendencia general, con este país Brasil logró el año pasado un superávit de US$ 6.300 millones. Y esa tendencia, siempre desde la perspectiva del gobierno de Cristina Kirchner se profundizó en el primer trimestre de este año, ya que el ingreso de bienes industriales desde Brasil al mercado local aumentó casi en un 35%, profundizando el rojo en la balanza binacional. El Gobierno considera que sin esa situación, el rojo comercial general de Brasil sería un 10% más abultado en bienes industriales si Argentina no le salvara las papas. Con más glamour, a Bianchi le tocará decir esto a su par brasileño. Este fue uno de los temas centrales que destacó en la carta de 6 carillas que la ministra de Industria, Débora Giorgi, le envío a su par Fernando Pimentel. El funcionario brasileño le respondió con escuetísimos dos párrafos y luego desde la poderosa Fiesp (que agrupa a los industriales paulistas) dijeron en su país que la funcionaria “lloriquea”. Giorgi hizo oídos sordos a esas calificaciones e, incluso, en un encuentro que compartió con los industriales de FAIGA (que agrupa a los gráficos) la ministra habría bromeado sobre ese calificativo. Respecto de Brasil en ese mismo encuentros, fuentes privadas coincidieron en que la ministra se mostró muy optimista sobre las negociaciones que se realizarán entre lunes y martes. Una vez más desde la perspectiva nacional, salvo en el intercambio de autos donde Brasil tiene un déficit de US$ 500 millones, en todos los otros casos registra saldo favorable . Eso explicaría la aplicación del freno brasileño a los autos y autopartes nacionales que ya comenzaron a circular con más normalidad. En cualquier caso, el inicio de las negociaciones entre la Argentina y Brasil trajo alivio en el sector privado nacional. La Cámara de Importadores, que conduce Diego de Santiesteban manifestó en un comunicado de prensa su apoyo al diálogo binacional.